¿Qué es la vigilancia selectiva?

Para muchas personas, la inquietante sensación de sentirse observadas es demasiado real. Al fin y al cabo, vivimos en un mundo de vigilancia masiva, desde el reconocimiento facial hasta el seguimiento en línea: los gobiernos y las empresas tecnológicas recopilan información confidencial sobre miles de millones de personas. La vigilancia selectiva es un poco distinta. Consiste en utilizar la tecnología para espiar a personas concretas.

La vigilancia selectiva puede incluir el uso de cámaras ocultas, dispositivos de grabación o el seguimiento o vigilancia físicos. En el Laboratorio sobre Seguridad de Amnistía nos centramos en descubrir la vigilancia digital selectiva, como el software espía, el phishing o suplantación de identidad y otras técnicas digitales de ataque.

Gobiernos de todo el mundo compran y permiten la venta de programas espía avanzados y muy invasivos que pueden comprometer los dispositivos digitales de cualquiera y vigilar su actividad. Estas herramientas las fabrican y venden empresas privadas que se lucran con los abusos contra los derechos humanos.

Gobiernos y empresas afirman que estas herramientas de vigilancia son necesarias para perseguir a “delincuentes y terroristas”. Pero, en realidad, decenas de defensores y defensoras de los derechos humanos, periodistas y otras muchas personas —incluidos miembros del personal de Amnistía Internacional— han sido objeto de ataques ilegítimos con programas espía.

¿Cómo trabajamos?

Investigación
Nuestros
expertos y expertas en derechos humanos y en tecnología
llevan a cabo investigaciones sobre
la industria de la vigilancia y las violaciones de derechos humanos cometidas por los gobiernos.
Trabajo de incidencia
Utilizamos nuestro análisis para influir en gobiernos, empresas y responsables de la toma de decisiones y presionarlos para que cumplan con su deber.
Campañas
Nuestros activistas y simpatizantes de todo el mundo presionan para que  las personas e instituciones que pueden hacer realidad el cambio actúen.

¿Qué pedimos?

De conformidad con el derecho internacional, los gobiernos tienen la obligación no sólo de respetar los derechos humanos, sino también de proteger a las personas de abusos de terceros, como las empresas privadas. Llevamos años trabajando para que tanto los gobiernos como la industria de la vigilancia rindan cuentas.

Nuestras actividades de campaña se centran actualmente en dos peticiones globales:

La vigilancia es un asunto de justicia social

La vigilancia selectiva ilegítima afecta a diferentes personas de diferentes maneras.

Aunque la vigilancia y otras formas de represión digital afectan a la sociedad civil en todo el mundo, los daños que ocasiona son diferentes, y más graves, para los grupos marginados y oprimidos.

Por ejemplo, hay formas específicas de utilizar la información personal recopilada en ataques de programas espía contra mujeres: a través del ciberacoso, la filtración de información confidencial, el ciberacecho y la revelación de datos personales. Esto puede llegar hasta el abuso fuera de Internet, en forma de chantajes, campañas de desprestigio, intimidación y amenazas de violencia. Los peligros se agravan en países con prácticas y leyes discriminatorias contra las mujeres, o cuando éstas se enfrentan a formas múltiples e interrelacionadas de discriminación, como es el caso de las mujeres racializadas, las mujeres de minorías étnicas o religiosas, las mujeres LGBT y las mujeres con discapacidades.

Todo el mundo sabe que la privacidad es importante. Nuestros pensamientos íntimos, textos, amistades e interacciones sociales conforman lo que somos. Pero el tema de los abusos cometidos mediante el uso de programas espía es algo que va más allá de la privacidad personal, es un asunto de justicia social.

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